lunes, 30 de septiembre de 2013

Non serviam

Echaron hacia la izquierda y siguieron caminando como antes. Tras de algún tiempo de avanzar así, dijo Stephen:

-Cranly, he tenido una cuestión desagradable esta tarde.

-¿Con tu familia? -preguntó Cranly.

-Con mi madre.

-¿Sobre religión?

-Sí.

Tras una pausa, Cranly preguntó:

-¿Qué edad tiene tu madre?

-No mucha -contestó Stephen-. Quiere que cumpla con el precepto pascual.

-¿Y tú?

-Yo no quiero.

-¿Por qué no? -preguntó Cranly.

-No serviré.

-He aquí una contestación que alguien ha dado antes que tú -dijo Cranly con calma.

-Yo la vuelvo a dar ahora -contestó vivamente Stephen.


(Fragmento extraído del Retrato del artista adolescente, de James Joyce).

domingo, 12 de mayo de 2013

Spin off

El gato abrió la puerta del cuarto empujando con la cabeza. Caminó por el pasillo, levitando sobre sus garras almohadilladas, y olfateó la rendija de la puerta del aseo. Había un puñetera rata allí. Gorda y negra, para más señas.

lunes, 11 de marzo de 2013

Qué será, será

- ¿Cómo va eso, escritor?
- No soy escritor.
- ¿No?
- Escribo a veces.
- Pero si acabas de publicar un libro...
- ¿Lo has leído?

jueves, 14 de febrero de 2013

La princesa prometida (The princess bride)

Hoy, catorce de febrero, San Valentín, día de los enamorados, corazoncitos y florecillas por doquier, os traigo la que es (sin duda) mi película favorita y la que más veces he visto. Y lo hago porque toca el tema del amor, entre muchos otros, pero sin ningún tipo de cursilería. No me refiero al “amor rosita y con purpurina” sino al “amor verdadero“, copón.

Hasta ahora, en todas las críticas que he redactado para Laboratorio de Prensa he dado una valoración personal, pero tendiendo a la imparcialidad. Sin embargo, en este caso espero que sepáis perdonarme. ¡Me emociono al referirme a esta historia, no lo puedo evitar! Bueno, allá vamos.

Como se explica en uno de sus viejos tráilers: “no es el típico, corriente, cotidiano, vulgar y mediocre cuento de hadas”. Está repleta de situaciones y personajes memorables. El hombre de negro; Íñigo Montoya, el apasionado espadachín español (y mejor personaje de la historia del cine y la literatura); Vizzini, el malvado genio siciliano; Fezzik, el adorable gigante; el Milagroso Max y su esposa; el conde Rugen, el hombre de seis dedos; el príncipe Humperdinck, bellaco y cobarde; el albino; el rey chocho… y, por supuesto, Buttercup, la princesa prometida, mi primer amor platónico.

En cuanto a las situaciones, no sabría con cuál quedarme. Tal vez con el duelo de espadachines en lo alto de los acantilados de la locura. (Durante mi infancia, me sabía de pé a pá los diálogos de la película. De hecho, un grandioso amigo y yo jugábamos a imitar esa escena en lo alto de su cama nido, mientras entrechocábamos nuestras espadas. “¿Por qué sonreís?”. “Porque sé algo que vos no sabéis”. “¿De qué se trata?”. “¡Que no soy zurdo!”). Pero no considero justo olvidarme de la batalla de intelectos, las anguilas chillonas, el pellizco en la mejilla, el "clonc" al albino, la píldora milagrosa cubierta de chocolate, la Brigada Brutal, la historia del pirata Roberts, el pantano de fuego, el “inconcebible”, el “tú mataste a mi padre” o el “como desees”, y tantos otros recuerdos mágicos que me evoca este filme.

¿Individuos clave? Menudo aprieto. Toda persona que participara en este proyecto (Robin Wright, Peter Falk, Cary Elwes…), aunque fuera llevando cafés, se merece la salvación eterna. No obstante, haré un esfuerzo y destacaré la labor de dos hombres, por encima del resto. William Goldman, el escritor de la novela (lectura obligatoria) y del guion de la película, se merece todos mis respetos. Así como Mandy Patinkin, nominado al Oscar por su actuación como Íñigo Montoya.

Da igual cuántas veces la hayáis visionado. ¡Corred! ¡Id a verla! ¡Sacad el libro de vuestra biblioteca municipal más cercana! ¡Compráoslo! Solos, acompañados o en grupo.

Me lo agradeceréis, amiguitos. Un abrazo grande.

martes, 22 de enero de 2013

El odio (La haine)

Me la recomendó un amigo, hasta en tres ocasiones, antes de que me decidiese a verla. Mathieu Kassovitz, el director, me sonaba por ser el chico de Amelie, pero cuando miré su filmografía no vi nada demasiado alentador. En cualquier caso, me fié del buen criterio (e insistencia) de mi amigo. Y no me arrepiento.

Vincent Cassel (me encanta este tío), Hubert Koundé y Saïd Taghmaoui dan vida a tres amigos que viven en los suburbios parisinos a mediados de los noventa. La narración muestra un día en el barrio, mientras Abdel, otro colega, se debate entre la vida y la muerte a causa de la violencia policial. La noche previa al inicio de la historia se produjeron revueltas callejeras por toda la periferia de París como respuesta. De hecho, gran parte de la película gira en torno a la pistola de un policía que Vinz encuentra durante los desórdenes, y con la que pretende matar a un policía si Abdel finalmente muere.

El ambiente general es tenso. Tienes la sensación de que en cualquier momento la situación va a reventar por algún lado. Los chicos rebosan de rabia acumulada. Se enfrentan con cualquiera que se ponga en medio, ya sean policías, críticos de arte o ancianas en el supermercado. Su tono de voz y su lenguaje no verbal son agresivos. Parecen animales acorralados, cuya única vía de escape es la dentellada. El barrio se presenta como un lugar del que hay que escapar. Hay que encontrar la salida. Allí es imposible salir a flote.

En cuanto a la realización, no me extenderé demasiado. Destaca el uso del blanco y negro durante todo el metraje, y el empleo sistemático de planos secuencia. También algunos encuadres preciosos, a la par que potentes. Los diálogos son realistas. Tal vez recurren demasiado al insulto fácil, a los gritos, a los aspavientos, pero están cargados de fuerza. (Como es obvio, este apartado resulta mucho más convincente en la versión original que en la versión doblada al castellano).

Citaré aquí algunos momentos clave, de esos que incitan a la reflexión. Los que no la hayáis visto, no os preocupéis, no desvelaré información relevante. Me limitaré a darles títulos significativos para que tras el visionado sepáis a qué momentos me refiero. Me quedo con la escena del anciano del retrete, con la frase “de momento, todo va bien”, con Astérix y la ruleta, y la discusión entre Vinz y Hubert (“yo soy de la calle”, “en el colegio te enseñan que el odio llama al odio”).

Queda perfectamente reflejada la brutalidad policial y la brutalidad juvenil. Toda acción conlleva una reacción. Somos testigos de un círculo vicioso de resentimiento, ira y frustración que solo puede desembocar en violencia. La película consigue transformarte en un miembro más del grupo. Logra aproximarte a lo que está pasando, meterte en la historia. El realismo es su gran baza. Así que recomiendo “La haine” a todos aquellos que disfrutéis viendo cine social, realista, sin moraleja barata. No intenta inculcar normas de conducta, te muestra lo que hay y te invita a meditar.

¿Vivimos en una sociedad en caída libre?