martes, 22 de enero de 2013

El odio (La haine)

Me la recomendó un amigo, hasta en tres ocasiones, antes de que me decidiese a verla. Mathieu Kassovitz, el director, me sonaba por ser el chico de Amelie, pero cuando miré su filmografía no vi nada demasiado alentador. En cualquier caso, me fié del buen criterio (e insistencia) de mi amigo. Y no me arrepiento.

Vincent Cassel (me encanta este tío), Hubert Koundé y Saïd Taghmaoui dan vida a tres amigos que viven en los suburbios parisinos a mediados de los noventa. La narración muestra un día en el barrio, mientras Abdel, otro colega, se debate entre la vida y la muerte a causa de la violencia policial. La noche previa al inicio de la historia se produjeron revueltas callejeras por toda la periferia de París como respuesta. De hecho, gran parte de la película gira en torno a la pistola de un policía que Vinz encuentra durante los desórdenes, y con la que pretende matar a un policía si Abdel finalmente muere.

El ambiente general es tenso. Tienes la sensación de que en cualquier momento la situación va a reventar por algún lado. Los chicos rebosan de rabia acumulada. Se enfrentan con cualquiera que se ponga en medio, ya sean policías, críticos de arte o ancianas en el supermercado. Su tono de voz y su lenguaje no verbal son agresivos. Parecen animales acorralados, cuya única vía de escape es la dentellada. El barrio se presenta como un lugar del que hay que escapar. Hay que encontrar la salida. Allí es imposible salir a flote.

En cuanto a la realización, no me extenderé demasiado. Destaca el uso del blanco y negro durante todo el metraje, y el empleo sistemático de planos secuencia. También algunos encuadres preciosos, a la par que potentes. Los diálogos son realistas. Tal vez recurren demasiado al insulto fácil, a los gritos, a los aspavientos, pero están cargados de fuerza. (Como es obvio, este apartado resulta mucho más convincente en la versión original que en la versión doblada al castellano).

Citaré aquí algunos momentos clave, de esos que incitan a la reflexión. Los que no la hayáis visto, no os preocupéis, no desvelaré información relevante. Me limitaré a darles títulos significativos para que tras el visionado sepáis a qué momentos me refiero. Me quedo con la escena del anciano del retrete, con la frase “de momento, todo va bien”, con Astérix y la ruleta, y la discusión entre Vinz y Hubert (“yo soy de la calle”, “en el colegio te enseñan que el odio llama al odio”).

Queda perfectamente reflejada la brutalidad policial y la brutalidad juvenil. Toda acción conlleva una reacción. Somos testigos de un círculo vicioso de resentimiento, ira y frustración que solo puede desembocar en violencia. La película consigue transformarte en un miembro más del grupo. Logra aproximarte a lo que está pasando, meterte en la historia. El realismo es su gran baza. Así que recomiendo “La haine” a todos aquellos que disfrutéis viendo cine social, realista, sin moraleja barata. No intenta inculcar normas de conducta, te muestra lo que hay y te invita a meditar.

¿Vivimos en una sociedad en caída libre?