Viviendo.
Frotándome los ojos.
Sacándome los mocos con delicadeza.
Escuchando el crujido de mi esternón.
Respirando polvo, masticando conservantes.
Y viendo más de dos, diez, mil, hijos de puta.
Cada día.
Todos los días.
Y sigo aquí.
Aunque no me haga notar.
En serio.
No es que no escriba.
No es que me haya olvidado de cómo se hace.
Es muy fácil, joder.
Te pones delante del teclado y chas chas chas.
Cualquiera puede hacerlo.
Hasta un puto chimpancé.
(Me encantan los chimpancés).
Sino más bien...
Olvidadlo.
Si alguna vez consumisteis alguno de mis relatos con cierto interés, estad atentos este otoño, este invierno.
Hasta aquí puedo adelantar.
.
En serio, gracias por seguir ahí, valientes.
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