No es cuestión de aburrir al personal con tus proyectos inacabados de mierda.
No es cuestión de ir fingiendo ser quien no eres, porque tu verdadero yo te avergüenza.
No es cuestión de llamar putas a todas las mujeres, por el simple hecho de que tu último ligue se esté follando a medio barrio.
No es cuestión de hablar de cosas que no sabes dándotelas de experto.
No es cuestión de creerte mejor que el resto, de pensar que nadie te comprende, de colgarte el cartel de genio.
No es cuestión de leer a Bukowski y pensar que eso te convierte en literato.
No es cuestión de encerrarte en tu cuarto, liarte un porro, gritarle a mamá y no fregar los platos, ni barrer la cocina, ni limpiar el polvo.
No es cuestión de esperar sentado a la gran oportunidad de tu vida.
No es cuestión de inventiva.
No es cuestión de un segundo.
Qué va.
La cuestión es confiar en tus posibilidades, currártelo cada día, ponerle pasión a lo que haces, ser humilde (y parecerlo), no creerte los elogios, aceptar las críticas, aprender de todo, visionarlo todo, patearte todas las aceras y campiñas que puedas, leer a los clásicos, dar amor a tus padres, a tus abuelos, a tu familia, a la gente que te apoya y te soporta.
Ah, y sobre todo no te rindas.
El único sentido que tiene tu vida es el que tú le quieras dar.
Pelea un poco, cojones.
Gracias a los fieles, a los valientes, por seguir ahí, aguantando la mecha.
uff tú, del corazón te ha salido.
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