Pequeña obra de arte. Maravilla de película. Joya cinematográfica.
Escrita y dirigida por Fabián Bielinsky. El malogrado director consiguió dejar boquiabiertos a los señores de la crítica, y al público en general, con su ópera prima.
En Buenos Aires, dos estafadores de medio pelo (que acaban de conocerse) se topan con un negocio que promete proporcionarles “mucha plata”. Sólo tienen que vender una imitación de las Nueve reinas (plancha de sellos) a un empresario español corrupto. Pero, claro, las cosas no resultarán tan fáciles como en un principio parecían ser.
El guión es ágil. Los diálogos, efectivos y realistas. No hay concesión a los juegos de cámara ni a las novedades estrafalarias. Bielinsky no pretende diseñar un filme innovador en cuanto a la realización, sino tejer una historia sólida y sin fisuras. Cuestión en la que aprueba con nota. Juego de mentirosos.
Nueve reinas está salpicada de escenas míticas. Sobre todo, aquellas en las que Marcos (Darín) imparte lecciones de vida a Juan (Pauls). En una de las cuales, le enseña a su bisoño compañero toda la fauna urbana que se dedica al trapicheo en las calles bonaerenses. O en la que le demuestra, de modo gráfico e instructivo, la gran cantidad de putos que hay sobre el planeta Tierra.
Ricardo Darín está magistral (como de costumbre, vamos). Gastón Pauls pone cara de susto (quizá por saber que tendría difícil destacar con semejante bestia interpretativa al lado), pero nos brinda una labor más que interesante. El resto del reparto mantiene la línea de credibilidad y realismo reflejada por sus dos protagonistas
Os la recomiendo encarecidamente a todos aquellos que no hayáis tenido el placer de verla. Y a los que la hayáis visto, también. Es una de esas películas que aparecen muy de vez en cuando y que un servidor podría ver todos los días del resto de su vida, sin aburrirse ni una pizca.
Por cierto, guiño incluido a la risueña Rita Pavone.
Hasta pronto, lectoras y lectores.
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