Tal vez tenga miedo de que evalúen lo que escribo. De que cuatro literatos relamidos sean los que califiquen un relato mío, ensanzándolo o tachándolo de completa mediocridad. Un cuento no puede puntuarse más que en función de criterios subjetivos. Lo único que le pido a un relato es que me haga evocar, que me enseñe algo.
Hace cosa de unos meses, leí una frase que me impactó, en el preámbulo de "La peste", de Albert Camus: Si me hubieran leído seguramente hubiera intentado complacer. Siendo clandestino, fui auténtico. Poco puedo añadir. La única manera de ser tú mismo ante la página en blanco es usarla como desahogo. Quienes escriban de cara a la galería, tal vez lleguen a altos índices de ventas e, incluso, es posible que emocionen a un cierto grupo de lectores insulsos. No obstante, la manera más potente (y a la vez, la más real y efectiva) de llegar al público es escribir desde dentro, desde el fondo. Hay mucha gente que, en contra de lo que muchos piensan, no es imbécil. Sabe cuando alguien es sincero o escribe para agradar.
¿A que entre los integrantes de nuestra banda de amigos íntimos no contamos con ningún tipejo que siempre trate de ser políticamente correcto, que no se moje nunca, que no exprese su opinión en los debates? Posiblemente, conozcamos a alguien así. De hecho, conocemos a un gran número de individuos (e individuas) de esta calaña, pero nunca nos fiaríamos de ellos. Es sencillo, no son uno de los nuestros. La gente demasiado imparcial se nos antoja fría y distante. A eso, añádele unas gotas de "poner buena cara a todos" y otras de "falsear para agradar", y lograrás el retrato robot de un/a auténtico/a gilipollas.
MUCHOS ESCRITORES DE ÉXITO REDACTAN ASÍ.
Hace cosa de unos meses, leí una frase que me impactó, en el preámbulo de "La peste", de Albert Camus: Si me hubieran leído seguramente hubiera intentado complacer. Siendo clandestino, fui auténtico. Poco puedo añadir. La única manera de ser tú mismo ante la página en blanco es usarla como desahogo. Quienes escriban de cara a la galería, tal vez lleguen a altos índices de ventas e, incluso, es posible que emocionen a un cierto grupo de lectores insulsos. No obstante, la manera más potente (y a la vez, la más real y efectiva) de llegar al público es escribir desde dentro, desde el fondo. Hay mucha gente que, en contra de lo que muchos piensan, no es imbécil. Sabe cuando alguien es sincero o escribe para agradar.
¿A que entre los integrantes de nuestra banda de amigos íntimos no contamos con ningún tipejo que siempre trate de ser políticamente correcto, que no se moje nunca, que no exprese su opinión en los debates? Posiblemente, conozcamos a alguien así. De hecho, conocemos a un gran número de individuos (e individuas) de esta calaña, pero nunca nos fiaríamos de ellos. Es sencillo, no son uno de los nuestros. La gente demasiado imparcial se nos antoja fría y distante. A eso, añádele unas gotas de "poner buena cara a todos" y otras de "falsear para agradar", y lograrás el retrato robot de un/a auténtico/a gilipollas.
MUCHOS ESCRITORES DE ÉXITO REDACTAN ASÍ.
amén
ResponderEliminarEscribir es escribir, no pronunciar. Es dejarse llevar, no establecer. La crítica establece pero partimos de la misma base.
ResponderEliminarPoner mala cara es algo necesario, si no nos perderíamos una buena parte de nuestra vida.
te echo de menos.
ResponderEliminarcreo que las palabras son muy faciles de decir, estan vacias, pasadas de tiempo y sin actos que las respalden. muchas cosas se dicen, algunas sin sentido se pronuncian, pero son estas las de importancia carecen.
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