miércoles, 20 de junio de 2012

Vámonos de aquí

Hablo con Christian, durante la noche. Estoy de rodillas sobre el primer suelo frío de la estación, con las manos unidas sobre su cama.

-Estoy harta. Vayámonos.

-¿Adónde? -responde bostezando.

-Poco importa.

-¡Vaya idea!

-Estoy harta. Aquí nunca pasa nada. Vámonos. Daremos rienda suelta a los grandes dramas. Vámonos. Ni siquiera noto si mi corazón late.

-¿Qué pasa?

-Nada. Nada. ¡No lo ves: nada! Mi cuerpo estruja a mi espíritu por todas partes. Me las daba de nacida en un mundo y he nacido en un sarcófago cuyas alas se habían desplegado para aparentar una superficie llana, una gran superficie hecha para correr y disfrutar de sus ventajas. Los diez pares de alas de plomo se levantan sin hacer ruido, se alzan sin apenas dar sombra, se vuelven a cerrar como si fuesen brazos, me aprietan como dentro de un simple puño... Me asfixio. Me noto sofocada. Vámonos de aquí. Me descompongo. Me derrito. La vida me abandona, se escurre de mí como por un tamiz. Encallezco. Me fosilizo. Me siento petrificada. Vayámonos. Démonos prisa. Demos la espantada antes de que sea demasiado tarde, rasguemos la envoltura de este capullo tejido por la inacción, cuyos hilos se contraen y se encogen, penetrando en nuestras carnes. Reventemos este firmamento mermado en cúpula. Hagámoslo explotar y huyamos de él a toda prisa. Basta de inmovilismo. Aprisa, con ganas. Vámonos. Cuanto más rápido corramos, más deseo, más necesidad, más impaciencia tendremos.

-¿Qué más da todo eso? Aquí somos felices, tal cual. ¿No eres feliz, aquí, así?

-
Fragmento del 25º capítulo de L’avalé des avalés (traducido como El valle de los avasallados), de Réjean Ducharme.
El libro que lee Léolo a la luz de la nevera.
Lo acabé hace un par de días.
Me lo prestó mi hermana.
Muy recomendable.

lunes, 11 de junio de 2012

jueves, 7 de junio de 2012

Lo que el fontanero esconde


Nuestro primer cortometraje universitario.
Lo recuerdo con gran cariño y muchas risas.

Antes que Singüeso Producciones fuimos Ornitorrinco Producciones.

lunes, 4 de junio de 2012

Nueve reinas

Pequeña obra de arte. Maravilla de película. Joya cinematográfica.

Escrita y dirigida por Fabián Bielinsky. El malogrado director consiguió dejar boquiabiertos a los señores de la crítica, y al público en general, con su ópera prima.

En Buenos Aires, dos estafadores de medio pelo (que acaban de conocerse) se topan con un negocio que promete proporcionarles “mucha plata”. Sólo tienen que vender una imitación de las Nueve reinas (plancha de sellos) a un empresario español corrupto. Pero, claro, las cosas no resultarán tan fáciles como en un principio parecían ser.

El guión es ágil. Los diálogos, efectivos y realistas. No hay concesión a los juegos de cámara ni a las novedades estrafalarias. Bielinsky no pretende diseñar un filme innovador en cuanto a la realización, sino tejer una historia sólida y sin fisuras. Cuestión en la que aprueba con nota. Juego de mentirosos.

Nueve reinas está salpicada de escenas míticas. Sobre todo, aquellas en las que Marcos (Darín) imparte lecciones de vida a Juan (Pauls). En una de las cuales, le enseña a su bisoño compañero toda la fauna urbana que se dedica al trapicheo en las calles bonaerenses. O en la que le demuestra, de modo gráfico e instructivo, la gran cantidad de putos que hay sobre el planeta Tierra.

Ricardo Darín está magistral (como de costumbre, vamos). Gastón Pauls pone cara de susto (quizá por saber que tendría difícil destacar con semejante bestia interpretativa al lado), pero nos brinda una labor más que interesante. El resto del reparto mantiene la línea de credibilidad y realismo reflejada por sus dos protagonistas

Os la recomiendo encarecidamente a todos aquellos que no hayáis tenido el placer de verla. Y a los que la hayáis visto, también. Es una de esas películas que aparecen muy de vez en cuando y que un servidor podría ver todos los días del resto de su vida, sin aburrirse ni una pizca.

Por cierto, guiño incluido a la risueña Rita Pavone.

Hasta pronto, lectoras y lectores.