sábado, 29 de mayo de 2010

Enjambre

La palabra ABRIL aparece impresa en los calendarios, pero el termómetro de la marquesina del bus marca 30 grados. Estoy sudando. No puedo apartar la mirada de ese hormiguero. El parque de enfrente de mi casa está invadido por estos nidos. Se asemejan a redondos coños de arena, coños enfermos. Una hilera de hormigas me corta el paso. Es una interminable serpiente, espasmódica y negruzca. No deja de moverse. Siento arcadas.

Anteayer, en la 2, emitieron un documental sobre hormigas (o formícidos, como dijo el narrador). Aportaba un sinnúmero de datos y sesudas estadísticas. Que si son unos insectos himenópteros sociales, que si se conocen más de 12.000 especies distintas, que si se calcula que pueden suponer en torno al 25% de la biomasa total de animales terrestres... Un resumen. Son unos bichejos prehistóricos. Fertilizan la tierra. Favorecen el control biológico de algunas plagas. No obstante, pueden convertirse en plaga. Sirven como alimento. Se organizan socialmente de forma tan increíble que sus estructuras sociales han sido sometidas a multitud de estudios. Bueno, creo que ya es suficiente.

Aprendizaje. Evolución. Adaptación. Logística. Comunicación. Mentalidad trabajadora. Cooperación. Repugnancia.

[...]

El vaso de vino revienta contra las baldosas de la cocina. Cientos de minúsculos fragmentos se desperdigan por la sala, antes incluso de que se apague el sonido del impacto. Cojo un rollo papel de cocina, del "super absorbente" que anuncian en la tele, y saco la escoba del armario. Luego, me tocará fregar. Me agacho a recojer los trozos de vaso, con cuidado de no cortarme. Entonces la veo. Una minúscula hormiga roja zigzaguea bajo las patas de la mesa. ¿Qué coño hace aquí?

Tumbado en la cama, las veo subir y bajar por las paredes. Salen en tromba de la grieta por donde asoma y cuelga el cable de la lámpara. Trepan por las sábanas. Mordisquean el colchón. Escucho millares de patas (sucias y articuladas) acercándose. Se me suben por las piernas. Se introducen en mis orejas. Trato de levantarme. ¡Huir! Tengo que salir de este cuarto.

Ahora, la implacable marabunta me somete a voluntad. Tengo hormigas bajo los párpados, en el paladar, en la garganta, en los pulmones. Pellizcando mi glande con sus repulsivas tenazas. Metiéndose por mi culo como una expedición de colonos salvajes. La marea inunda mis fosas nasales. No logro ver nada, aunque sí escucho un atronador rugir de chasquidos y correteos. Dentro de poco, sólo habré dejado al mundo un esqueleto deslucido.



Me lavo los dientes con ferocidad, hasta que me sangran las encías. Es mi quinto cepillado en diez minutos. En efecto, no era más que un estúpido sueño, pero siento como si aún quedasen un puñado de himenópteros asesinos dentro de mi cuerpo. Tendré que purgarme. Mientras me provoco el vómito, decido acabar con el problema.

[...]

-Ya se lo dije antes, había uno de esos descomunales hormigueros dentro del parque infantil. ¿Tiene idea de la cantidad de pequeñas hijas de puta que caben ahí? Nos están invadiendo. No, no ponga esa cara y escuche. ¿Sabe que hay entre mil y diez mil billones de hormigas ahí fuera? ¿Conoce la proporción hormiga-persona? Están preparadas para ocupar nuestro puesto en la cadena trófica. Estamos hablando de un asunto serio. Alguien tenía que hacerlo.

No sé qué cojones le pasa a todo el mundo. Simplemente erradiqué la plaga. Las hice volar por los aires. ¿Es que nadie más se da cuenta? El día menos pensado empezarían a invadir nuestros apartamentos. Pero no, claro, a esta gente le preocupa más una ridícula bomba casera que una amenaza real para la supervivencia del ser humano. No debería extrañarme. Es típico de una sociedad en decadencia.

-¿No va a asumir la responsabilidad de lo que ha hecho? -me pregunta el tío.

Fue una explosión magnífica. Coloqué el paquete sobre aquel agujero infecto, subí a mi casa, me serví un trago de brandy, me acodé en el balcón, apreté el dispositivo de control remoto y disfruté del espectáculo. ¡A tomar por culo, criaturas del demonio!

-Han muerto cuatro niños y una mujer. Hay un total de ocho personas hospitalizadas con quemaduras y trozos de metralla incrustados en el cuerpo -el tipo continúa balando, como una oveja temblorosa.

Mi vista está fija en un punto situado sobre la mesa, a unos sesenta centímetros de mi cara. Una hormiga obrera se pasea impunemente por la superficie metalizada. La aplasto violentamente con un rápido manotazo. El policía situado al otro lado de la mesa se me queda mirando, boquiabierto, sin saber cómo reaccionar.

Maldita sea, este tío no se entera de nada.

domingo, 9 de mayo de 2010

Dead Babies

-Muy bien -dijo Keith-. Bueno, como le he dicho, es bastante sencillo. No le gusto a nadie; en realidad, desagrado instintivamente a casi todo el mundo, incluida mi familia. No soy demasiado bueno en mi trabajo, nunca he tenido ninguna novia ni ningún amigo, tengo muy poca imaginación, soy gordo, pobre, calvo, tengo una cara horrible y llena de granos, sufro de estreñimiento, huelo mal, tengo halitosis, no tengo polla y mido tres centímetros de alto. Por eso ahora me he vuelto loco. ¿Está de acuerdo?

-Sí -dijo el médico.


Fragmento extraído de la maravillosa novela "Niños muertos", de Martin Amis.

lunes, 3 de mayo de 2010

(Portada) Autores malditos

El malditismo en la literatura es un tema muy recurrente. Sobre todo a raíz de la publicación de "Los poetas malditos", de Paul Verlaine, en la década de 1980. Obra dedicada a seis poetas franceses, a saber: Auguste Villiers de L'Isle-Adam, Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore y Pauvre Lelian (anagrama de Paul Verlaine).

A partir de entonces, el término escritor maldito comenzó a emplearse con mayor frecuencia. Con el paso de los años, muchos autores han merecido tal calificativo. No hay un acuerdo tácito en el mundillo literario sobre cuáles son los atributos requeridos para formar parte del selecto club de los malditos, pero como algunos rasgos se repiten, podemos eleborar una pequeña lista de elementos distintivos.

Por ejemplo, la obra de un autor maldito suele estar ligada al concepto del Mal. Asimismo, no es raro que el escritor siga un proceso autodestructivo, lleve a cabo transgresiones (tanto en su vida como en su obra), viva en la miseria, se enfrente a la injusticia, se rebele contra la ética y el orden establecidos, sea joven y talentoso, o muera antes de ver reconocido su genio.

Los escritores malditos siempre han despertado una singular fascinación. Lanzarse a la elaboración de una lista que los incluya a todos es una labor vana. Aparte de la subjetividad que desprende el término "malditismo", correríamos el riesgo de olvidar a muchos grandes creadores. Para la confección de este pequeño dossier, he escogido a cuatro autores catalogados como malditos, por todos cuantos se aproximan a sus figuras. Cuatro nacionalidades distintas, cuatro obras diferentes, cuatro visiones del averno.


-Edgar Allan Poe (Estados Unidos).

-Arthur Rimbaud (Francia).

-John Keats (Inglaterra).

-Félix Francisco Casanova (España).

Como me entusiasma el tema, tal vez siga añadiendo entradas de otros escritores que no han tenido cabida en este primer dossier, pero que también merecen una mención especial. Me refiero a gente como Charles Baudelaire, Henry Miller, el conde de Lautréamont, John Kennedy Toole, Paul Verlaine, Leopoldo María Panero, Charles Bukowski, Anaïs Nin, el marqués de Sade, Jim Carrol y así hasta la extenuación.

Félix Francisco Casanova

"No hay instrumentos para esta música."


Nació en Santa Cruz de La Palma, en 1956. Virtuoso de la pluma desde la más tierna infancia. Su padre, poeta y dentista, influyó decisivamente en el chico, a la hora de encaminarlo hacia la senda del arte y la literatura. Fue otro talento precoz, y de ahí que muchos lo hayan comparado con Arthur Rimbaud. Lo cierto es que existen semejanzas entre ambos. Sobre todo, la furia de su escritura y su fuerza como visionarios.

Félix Francisco, como gran apasionado de la música que era, coleccionó vinilos de forma incansable. Además de poeta fue un músico de gran talento. Junto a su hermano Bernardo, dibujaba las portadas de los discos que, en un futuro, pretendía publicar con su grupo de rock alternativo: "HOVNO" (que, como todos los que hayan leído algo sobre Félix sabrán, significa "mierda", en checo).

Se ganó la admiración y el respeto de multitud de poetas canarios ya consolidados. Siempre se ha elogiado la musicalidad de su poesía. Y es que Casanova fue capaz de transmitir nuevos ritmos y sensaciones, sin caer jamás en la imitación de la poesía anterior. No obstante, el joven Félix Francisco nunca se sintió cómodo en los solemnes círculos literarios de las islas. A él sólo le interesaba la atmósfera que creaba con sus versos. Fernando Aramburu, en referencia a este genial poeta, ha escrito: "Se advierte en Casanova la gracia, el desparpajo, la propensión lúdica de un ángel con rasgos diabólicos".

A los diecisiete años consiguió el principal premio de poesía de Canarias, el Julio Tovar (1973), con "El invernadero"; y un año más tarde obtuvo el Benito Pérez Armas de novela con "El don de Vorace", uno de sus escritos más misteriosos. En él, se narra la historia de un hombre que, tras varios intentos de suicidio, descubre que es inmortal. La narración está estructurada en capítulos, pero no es una novela al uso. En ella predominan las imágenes de locura. La forma estética se sobrepone al devenir lógico de los aconteciemientos. Prosa poética con moraleja. Si vivieras eternamente, ¿las reglas morales significarían algo para ti?

Dos años más tarde, en enero de 1976, Félix Francisco Casanova murió en la ducha de forma extraña. ¿Suicidio o escape de gas accidental? En cualquier caso, a los 19 años nos abandonó uno de los poetas con más potencial de su generación. El halo místico que, desde entonces, envuelve su nombre y su obra no se desvanecerá jamás.

John Keats

"La belleza es verdad; la verdad, belleza. Esto es todo lo que sabes sobre la Tierra, y todo lo que necesitas saber."

Nació en las afueras de Londres en octubre de 1795. Sus padres murieron antes de que cumpliese los 15 años. Su abuela lo confió a unos tutores que lo apuntaron como aprendiz de cirujano. Aunque se sacó el título e, incluso, ejerció la farmacia durante dos años, abandonó la senda sanitaria para centrarse en su verdadera pasión: la poesía.

Trabó amistad con Shelley, Leigh Hunt y Lord Byron, y junto a ellos defendió el Romanticismo. Hunt era editor, además de poeta, y ayudó a Keats a publicar sus primeras obras en la revista "The Examiner".

Su "Endimión" llegó un año más tarde, pero la crítica acogió el libro con frialdad. La tuberculosis, que ya le había arrebatado a su madre, volvió a cebarse con Keats pues mató a su hermano Tom en 1818. En ese mismo año, el propio Keats empezó a manifestar síntomas claros de haber contraído dicha enfermedad.


Durante la primavera y el verano de 1819, cuando ya le quedaba poco tiempo de vida, John Keats escribió sus tres poemas más memorables, que aparecieron incluidos en su tercer libro "Lamia, Isabella, la víspera de Santa Inés y otros poemas". El ansia de eternidad lo empujó a redactar estos versos elevadores.

Keats se trasladó a Italia, en 1820, siguiendo el consejo de los doctores. Pero, finalmente, su tuberculosis no remitió y acabó falleciendo el día 23 de febrero de 1821. Tenía 25 años. Su amigo, el poeta Percy Bysshe Shelley, escribió en su honor una espléndida elegía titulada "Adonaïs".

Está considerado como uno de los poetas ingleses más talentosos de la historia. Los versos de Keats emanan melancolía, así como una imaginación desbordante. Las imágenes que propone ensalzan la belleza y la naturaleza eterna, sobre todo. Sensualidad y fantasía.

Arthur Rimbaud

"-¡Ha vuelto a aparecer!
-¿Qué?
-¡La eternidad! Es el mar mezclado con el Sol.
"


El poeta maldito por excelencia. Superdotado y brillante, todo en él resultó original hasta el límite. Irrepetible. Fue un niño prodigio, escribió la totalidad de su obra poética hasta los 19 años. Desdouets, profesor de Rimbaud en su época escolar, dijo de él: "Nada banal germina dentro de esta cabeza. Será un genio del Mal o un genio del Bien".

A los 16 años envió, al poeta Paul Verlaine, una carta con varios de sus poemas, entre los cuales incluía "El barco ebrio". Verlaine quedó muy sorprendido por el talento del joven y lo invitó a su casa, en París. Rimbaud abandonó su Charleville natal (pueblecito del noreste de Francia) y puso rumbo a la capital del país galo, en septiembre del 1871.

Muy pronto, ambos poetas iniciaron un escabroso y apasionado romance homosexual. Durante este tiempo, escandalizaron a los aburguesados círculos literarios parisinos, se emborracharon de absenta a diario, vagabundearon por Europa y escribieron algunos de los mejores poemas de la historia en lengua francesa. Sus constantes idas y venidas los llevaron a Londres, donde sobrevivieron precariamente gracias a una mensualidad enviada por la madre de Paul. Rimbaud opinaba que para ser un poeta universal, tenía que experimentarlo todo en su propio cuerpo. En julio de 1873, tras una grave discusión en Bruselas, Verlaine disparó a Rimbaud en la muñeca. El primero acabó en la cárcel y divorciado; el segundo regresó a Charleville y completó su obra más conocida "Una temporada en el infierno". De vuelta a Londres, en 1874, terminó sus "Iluminaciones" y no volvió a escribir poesía.

Tras abandonar la escritura definitivamente, Rimbaud se dedicó a viajar de un lado a otro, sin descanso. Recorrió Europa a pie, se enroló en el ejército holandés, desertó tras viajar gratis a Indonesia, estuvo en Chipre, y acabó trasladándose a África. En Harar (Abisinia), se estableció como traficante de armas y se casó con una nativa. Rimbaud siempre mantuvo correspondencia con su madre, y en una de esas cartas escribió algo así como "no quiero dinero que no esté manchado de sangre". Se refería a su nueva visión de la vida, plagada de trabajos, en contraposición al período de tiempo que abarcó de los 16 años a los 19, y donde siempre dejó patente su desprecio por las labores físicas.

Sin embargo, este estilo de vida no duró demasiado. Un tumor en su rodilla lo llevó de nuevo a Francia, donde le amputaron la pierna derecha y, posteriormente, murió el 10 de noviembre de 1891, a los 37 años de edad.

Si Verlaine está considerado un gran poeta, Rimbaud fue un genio, un revolucionario que cambió para siempre la cara de la nueva poesía francesa. Influyó decisivamente en toda la literatura moderna, la música y el arte. Nombres tan célebres como Henry Miller, Bob Dylan, Anaïs Nin, William S. Burroughs, Hugo Pratt o Kurt Kobain son buena prueba de ello.

"Sacerdotes, profesores, maestros, os equivocáis al entregarme a la justicia. Yo nunca formé parte de este pueblo; yo nunca fui cristiano; soy de la raza que cantaba en el suplicio; no comprendo las leyes; no tengo sentido moral, soy un bruto; os equivocáis..."

domingo, 2 de mayo de 2010

Edgar Allan Poe

"Tengo una gran fe en los tontos. Autoconfianza lo llaman mis amigos."

A lo largo de los años se han escrito innumerables biografías en torno a su figura, así pues me limitaré a recopilar los datos más interesantes de su vida en las siguientes líneas. Boston lo vio nacer allá por 1809. Pronto se quedó huérfano y fue adoptado por un matrimonio de Richmond, los Allan. Esta familia se trasladó a Gran Bretaña cuando el pequeño Edgar contaba con 6 años. Volvieron a Estados Unidos en 1920, pero en ese período aprendió latín y francés. Se matriculó en la Universidad de Virginia, tuvo problemas con el juego y la bebida, y abandonó la institución antes de un año. Las relaciones con su padre adoptivo eran cada vez más tensas. A los 18 años se alistó en el ejército, con el único propósito de lograr algo de independencia. En ese mismo año (1827), publica su primer libro: "Tamerlán y otros poemas". Poe se casó, en secreto, con su prima Virginia Clemm de 13 años el 22 de septiembre de 1835. (En 1836, se ofició una segunda boda, esta vez de carácter público). Fracasó en su empeño de publicar un nuevo diario: "The Stylus". Ejerció como periodista, crítico literario y otros oficios que nada tenían que ver con su pasión por la escritura. Su mujer murió de tuberculosis a los 25 años. Edgar se abandonó a la desesperación. El fallecimiento del escritor nunca fue del todo aclarado. Se produjo en 1949, dos años después que el de Virginia. Las verdaderas causas se desconocen, pero en su día se especuló mucho con motivos tales como el delirium tremens, un ataque cardíaco, sífilis o epilepsia.

Poe fue autor de multitud de relatos, críticas literarias, ensayos, cartas e, incluso, una novela larga. Pero lo que realmente le apasionaba era la poesía. No obstante, no pudo dedicar a su género predilecto toda la atención que le hubiese gustado, ya que siempre tuvo necesidad acuciante de dinero. Los relatos se vendían mejor. Quiso vivir de la escritura, y tuvo que pagar ese precio para lograrlo.

El estilo de Edgar Allan Poe ha sido catalogado como "cáustico y elegante". Como narrador se guiaba siempre por un criterio exclusivamente estético, donde la imaginación, la verosimilitud y la originalidad eran los pilares clave. En sus relatos cultivó, sobre todo, el género del terror. Algunos de los temas a los que Poe recurrió con mayor frecuencia son: la muerte, la venganza, la culpa, el poder de la voluntad y los efectos de las drogas. Cabe destacar, además, sus cuentos analíticos -detectivescos- y los de ciencia ficción.


Entre sus obras de mayor calidad y renombre encontramos títulos como "El cuervo y otros poemas", "El barril de amontillado", "Marginalia" (ensayo), "El gato negro", "La narración de Arthur Gordon Pym", "Los crímenes de la calle Morgue", "El escarabajo de oro", "Tamerlán y otros poemas, y un largo etcétera.

Aunque algunos de sus relatos alcanzaron gran éxito, Edgar Allan Poe fue reconocido en vida, sobre todo, como crítico literario. A raíz de su muerte y sus problemas con el alcohol, en Estados Unidos miran con recelo su figura, mientras que en Francia, en cambio, la veneran. El mismísimo Charles Baudelaire se deshacía en elogios siempre que se refería a Poe, y tradujo buena parte de sus obras al francés. La influencia de Poe en toda la literatura posterior es innegable. Dos maestros del relato de terror y del policíaco, Lovecraft y Doyle, respectivamente, no dudaron en señalar a Poe como el precursor de dichos géneros. "¿Dónde estaba la literatura policíaca antes de que Poe le insuflara el aliento de vida?", se preguntaba el creador de Sherlock Holmes.


Alabado por unos y vilpendiado por otros. Rodeado de la muerte de sus seres queridos en cada instante de su vida. Con la pluma y la botella como recurso para evadirse de la asfixiante realidad de su país, y de la suya propia, Edgar Allan Poe quiso hacer de la escritura su "modus vivendi". Nos regaló algunos de los relatos más increíbles redactados hasta la fecha. Revitalizó multitud de géneros, y demostró un descomunal amor hacia la escritura. Su muerte, a los 40 años, sólo contribuyó a aumentar su leyenda. Rubén Darío, en su libro "Los raros", no dudó en calificarlo como "el príncipe de los malditos".