miércoles, 23 de febrero de 2011

Anécdota para los nietos

El chico, porque a sus diecinueve años no resulta apropiado catalogarlo como hombre, decía que el chico ensayó contra su antebrazo el beso furtivo, una penúltima vez. Mañana, a la hora de despedirse de ella, giraría el cuello con astucia, resolución, y ¡zas! Ataque sorpresa.

Siempre cabía la posibilidad de que ella reaccionase instintivamente. O bien, esquivando, o bien, soltando un guantazo. Pero si nunca te expones a llevarte una hostia de propina, de ninguna manera podrás contar este tipo de historias a tus nietos.

Arriésgate.

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