viernes, 11 de marzo de 2011

Pedofilia, reflexiones y recuerdos

El otro día vi el documental Capturing the Friedmans. Os lo recomiendo. Considero que esboza multitud de rasgos humanos, hipócritas y extensibles a nuestra sociedad. ¿Un pedófilo merece pudrirse entre rejas aunque nunca haya violado a nadie? ¿Es culpable de sentirse sexualmente atraído por un crío? ¿Qué debería hacerse con personas así?

Como la pedofilia es una inclinación sexual que no alcanzo a comprender, busqué información al respecto. Quería documentarme. Intentar averiguar qué coño pasa por la mente de una persona que se excita sexualmente con niños. El artículo de la Wikipedia referente a la pedofilia avisa: "Existen, a este respecto, diversas asociaciones de pedófilos que reivindican la pedofilia como una forma más de vivir la sexualidad humana y que, en consecuencia, debe ser aceptada con naturalidad por parte de la sociedad".



Releyendo la libreta azul he descubierto unos trazos negros, garabateados con furia, de mayo de 2009, cuya temática creo que viene al caso:


*

A veces me encuentro, al abrir el periódico, con noticias que me revuelven el estómago. Está claro que todos los días aparecen sucesos horribles en los diarios, pero esta sociedad mediatizada nos tiene sedados con tal saturación informativa. Así pues, nos mostramos -MUY INQUIETANTEMENTE- poco afectados por estos hechos. Me asusta la insensibilidad de la masa.

Las noticias a las que me refería con antelación son las relacionadas con la PEDOFILIA y otras prácticas sexuales, retorcidas y macabras. Cada poco tiempo sale en los medios un titular parecido al que me ha cabreado tanto esta mañana: "Seis madrileños detenidos en una red de pedófilos". En este caso particular, había implicado un maestro de Educación Infantil (no me jodas) y las víctimas de los abusos tenían entre cinco y diez años. "Es la mayor cantidad de discos duros per cápita intervenidos nunca", explicaba un portavoz de la Policía Nacional.

Ahora me pregunto yo: ¿tienen estos sujetos derecho a la vida? En un periódico de tirada nacional me censurarían las siguientas frases por se anti-democráticas, soeces y violentas. Pero por suerte, esta libreta me la regaló Fran y puedo escribir en ella lo que me salga de los huevos.

No entiendo por qué se protege a estos depravados en las cárceles. Si se les introdujese un hierro candente por el culo y se les arrancase la piel a tiras, tendrían un castigo suave en comparación con el que merecen. ¿Con qué derecho arruinan la vida de seres inocentes? Asco y repugnancia, y odio, y venganza, y desgarro, y dolor. Solo me vienen a la cabeza palabras terribles. Trataré de serenarme para poder seguir escribiendo, porque si no acabaré comiéndome el cuaderno y trepando por la pared.

Vale. Sigo. Por mi parte, estoy a favor de que se adopten las medidas más duras con esta clase de criminales. El robo de la inocencia es un asunto muy serio. Nos pasamos la infancia soñando ser mayores, y cuando nos llega la edad adulta añoramos aquel impulso soñador, aquella ingenuidad de la niñez. ES IMPERDONABLE MUTILAR DE ESA FORMA LA PSIQUE DE UNA CRIATURA INDEFENSA Y PURA.

No quiero argumentar el por qué debemos tratar a los pervertidos sexuales que abusan de niños con el mayor de los desprecios. Basta con que reflexionemos un segundo, sólo un puto segundo, sobre la permisividad de la justicia española. Oí, hace un par de años, una historia escalofriante relacionada con el tema. No se me olvidará en la vida.

Imagínate. Una niña es violada por un vecino (¡de su mismo portal!), en Miraflores de la Sierra. En un despiste del tiparraco, la cría sube corriendo a su casa. El muy cerdo la ha desgarrado entera, la sangre empapa sus muslos. Llorando le explica lo que ha pasado a su madre, que está a punto de sufrir una crisis nerviosa.

Al final, el muy cabrón fue detenido. Pero aquí empieza lo malo. Atención.

El susodicho era canario y se había trasladado a la sierra de Madrid para que nadie lo conociera tras salir de la cárcel. Había permanecido dieciséis años entre rejas por secuestrar, violar, torturar, matar y descuartizar a una niña de cuatro años, en la localidad donde vivía. Tras su detención en Madrid, este hijoputa pidió que lo castrasen porque, según él, era un pobre enfermo que no podía contenerse y que volvería a hacerlo si lo dejaban libre. ¿La solución que yo propongo? Que lo dejen a cargo de las familias de las niñas a las que violó. Así de fácil. Sé que no es una opción viable, pero si a mi hijo le hiciese algo así un tipo de estos... me aseguraría de que sufriera.

Cuando no tiene voz ya, de tanto chillar como un cerdo, lo matan salvajemente.

Debo reconocer que escribir es terapéutico. He rellenado la hoja a toda pastilla. ¡A la mierda la coherencia! Lo único que quería era desahogarme.

Como conclusión final, debo decir que cada día me sorprende más la estupidez humana. Esos instintos, retorcidos, enfermizos, me producen arcadas. Siempre que leo, o escucho, un suceso de este estilo me cabreo de la hostia. Poco a poco, pierdo la fe en la humanidad. La idiotez llega hasta extremos preocupantes. Prueba de ello, un titular: "Roban a una conocida y le revenden el botín".

Por suerte, sigue habiendo montones de personas por las que merece la pena tirar para delante.

*

Hoy no sé si me expresaría de un modo tan salvaje. Pero la idea es la misma.

Por cierto, en este foro sobre la pedofilia hay testimonios aterradores.

1 comentario:

  1. Tu pusiste: "¿Un pedófilo merece pudrirse entre rejas aunque nunca haya violado a nadie? ¿Es culpable de sentirse sexualmente atraído por un crío?"
    Hasta ahí ibas bien. Pero luego pusiste:"es una inclinación sexual que no alcanzo a comprender". Yo te digo que no la tienes que comprender así como yo no comprendo la homosexualidad-

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