lunes, 15 de febrero de 2010

Nieve: Zarzalejo me cambió la vida

Lo reconozco, estoy muy gordo. El médico me advirtió hace un par de meses de que mis 147 kilos acortarían considerablemente mi esperanza de vida. El riesgo de infarto se multiplica si tienes las venas colapsadas por colesterol de la peor clase. Pero seré franco, me sentía en plena forma. Para mí la apariencia física no es más que una gilipollez, un resultado más del consumismo y del culto al cuerpo. Y por la que no pensaba renunciar a esas apetitosas bambas de nata; ni a untar el aceitillo sobrante de las frituras; ni a la mayonesa, salsa barbacoa o roquefort; ni a ninguno de mis otros grasientos (y suculentos) vicios culinarios. Además, los problemas de salud son para los viejos, y yo aún tengo 35 años. El problema es que, en este preciso instante, creo que estoy al borde del infarto. Siento como si tuviese un yunque sobre mi esternón. Ahora sí que estoy asustado.

Los sanitarios del UNO UNO DOS me hacen sentarme el la parte trasera de la ambulancia: la puerta está abierta. Mientras me examinan, dejo que mis ojos deambulen por la calzada. Los copos caen oscilantes sobre la carrocería de los vehículos empotrados que bloquean ambos carriles y humean en silencio. La colisión se produjo a eso de las 11:07. Un Audi A4 blanco patinó sobre las placas de hielo y se fue directo al arcén; el coche que le seguía, un Fiat Punto rojo no pudo esquivarlo y se lo comió. Fue un choque en cadena. Me empotré contra ellos, y pensé que se me había partido el cuello cuando otro vehículo descontrolado chocó con el culo de mi pobre Seat. Alguien me ayudó a salir del coche. La puerta del conductor estaba encajada, así pues tuvieron que sacarme por la del copiloto. Qué vergüenza.

El sanitario me dice que no sufro ninguna herida de consideración, así que le doy las gracias y me acerco a mi automóvil. Siniestro total; justo dos semanas después de que le cambiase el seguro, de todo riesgo a terceros. Maldigo mi estampa. A mi alrededor, no parece que haya ningún herido grave; la gente forma corrillos y habla agitadamente. Algunos llaman a sus familiares para darles la noticia. También hay quien se recuesta en un capó abollado y se fuma un pitillo con los ojos cerrados.

high angle view of cars on a freeway driving in fog


La nieve sigue cayendo lenta, inexorable. Tengo los dedos agarrotados y me cuesta muchísimo subir la cremallera del abrigo. La nariz me gotea. La nieve empieza a cuajar sobre mi barba, mientras me acerco al arcén. Reparo en una placa de hierro retorcida. La recojo del suelo. Joder, sólo me he agachado y ya tengo el corazón a mil por hora... A la mierda, en cuanto llegue a casa me desharé de toda la comida basura que tengo almacenada. Voy a empezar a cuidarme; en serio, una experiencia tan radical -en un paisaje tan bucólico- me ha hecho replantearme el valor de mi existencia. Jadeando con levedad examino el cartel arrancado: M-533, km 7.

No hay comentarios:

Publicar un comentario